En las últimas décadas la problemática urbana ha ido creciendo, no sólo provocando el cambio climático, sino también provocando un cambio en las emociones y en la rutina del urbanita, un cambio que quiere revertir; en la ciudad el ser humano no es tal, se acoraza tras la fachada del progreso, pero no es feliz, algo le falta y mucho le sobra; el asfalto, el acero, la rapidez y el sentido de urgencia urbanos no le han sentado bien, y ahora empieza su desandar, el regreso a casa y a la sensatez.

La contaminación ha sido el detonante; ante la contaminación del aire se han propuesto diversas alternativas como el uso de la bicicleta como medio de transporte, las calles del centro citadino se han recuperado para el peatón, las áreas verdes se han incrementado, no sólo en los parques urbanos, sino también en los jardines y aceras; la utilización de energías renovables se ha convertido no sólo en algo futurista, sino en algo aspiracional.

Sí, la contaminación ha sido el detonante, la contaminación del cuerpo, física y emocional, ha puesto la alimentación correcta en el escaparate y en las alacenas, la comida orgánica es cada vez más común, los alimentos chatarra empiezan a desaparecer de las estanterías, y el ejercicio, el ejercicio a todas horas, en todo lugar y por todo mundo; pero no sólo el físico, sino también el espiritual que combate esa contaminación íntima que llamamos estrés; el yoga, el tai-chi, la meditación y la conexión con la naturaleza interna y externa son el escape que el urbanita ha escogido.

Y todo ello es innovador, dicen, todo ello es la nueva vida del siglo 21 en las ciudades y la generación de empresas innovadoras en esta nueva ola es la constante por doquier. Y, la verdad sea dicha, es querer tener una vida rural en la ciudad; es decir, regresar al ser humano lo más posible a sus orígenes, al campo.
Estamos viviendo la era de la retroinnovación.

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In recent decades urban problems has grown, not only causing climate change, but also causing a change in urbanite emotions and routine, a change that wants to reverse; but a human being is not such in a city, he armors behind the facade of progress, but is not happy; something is missing and much to spare; asphalt, steel, speed and the constant sense of urgency of urban life have not done well to humans, and now begins his backtrack, to return to home and to good sense.

Pollution has been the trigger; against air pollution have been proposed various alternatives such as the use of bicycles as a means of transport, the streets of the city have recovered for pedestrians, green areas have increased, not only in urban parks, but also in gardens and sidewalks; the use of renewable energy has become not only something futuristic, but something aspirational.

Yes, pollution has been the trigger, pollution of the body, physical and emotional, has put the right food in the shop windows and in the kitchen cabinets, organic food is increasingly common, junk foods begin to disappear from the shelves, and exercise, exercise all the time, everywhere and for everyone; but not only the physical but also that intimate spiritual pollution that we call stress; yoga, tai-chi, meditation and connection with internal and external nature are escape the urbanite has chosen.

And all this is innovative, they say, all this is the new life of the 21st century in the cities, and the creation of innovative companies in this new wave is constant everywhere. And, truth be told, we want to have a rural life in the city; in other words, return as human being as much as possible to our origins, to the countryside.

We are living in the era of retroinnovation.

Enjoy