Cuando era pequeño, bueno, siempre lo he sido; lo que quiero decir es que hace tiempo mi padre me hablaba de los claroscuros en sus paisajes, me decía que el truco consistía en imaginarse como un rayo de luz, a veces tan delgadito que se colara por cualquier rendija y que dejara ver apenas algo de manera muy tenue, casi como no queriendo hacerlo, otras veces tan grueso y avasallador que de tanta luz escondiera muchos detalles de las cosas; luego, me decía, había que imaginar el color de la luz, porque la luz tenía siempre todos los colores a la vez, sólo que algunas veces el azul prevalecía, otras el amarillo, o el verde o el violeta; el color de la luz, me ilustraba con su voz pausada, es importante cuando pintas acuarelas u óleos, pero también cuando usas lápiz o carbón, muchos piensan que en el blanco y negro el color no importa, pero se equivocan, es precisamente dónde más importa porque apenas con dos hay que representarlos a todos.
Traigo esto a cuento porque resulta que ahora las sombras parecen estar instaladas permanentemente en nuestro país, es como la lección de mi padre, pero al revés, como si rayos de oscuridad se colaran por todas las rendijas y se metieran por ventanas y puertas escondiendo cada detalle, cada reflejo de luz como si esa fuera su única misión, para que no veamos ni lo que tenemos ni lo que somos. Cuesta trabajo mirar el paisaje nacional sin verlo gris, nebuloso y cansa, cansa tanto que hemos decidido no mirarlo.
Yo, confieso sin pena, que tampoco miro en ocasiones, pero también les digo, sin pena igualmente, que me imagino como un rayo de luz, tembloroso, apenas amarillo clarito que se cuela poco a poco por esos caminos oscuros, sueño que voy revelando detalles y que poquito a poco me instalo en cualquier habitación y me hago luz. Pero es apenas mi imaginación, es un sueño.
Estoy igualmente perdido en ese claro-más-oscuro que es nuestro país, y espero, igual que muchos, ese rayito tenue de luz que nos muestre el verdadero paisaje que yo se que aún existe y que no ha sido borrado por siempre, y tengo ganas, muchas ganas, de poder mostrarlo con ilusión a mis hijos y a los tuyos. Sé que cada uno de nosotros podemos ser fotón, energía y luz, y espero impaciente el momento en que todos lo sepamos; ser fotón es movernos con dirección, es agitar el entorno y cambiarlo; ser energía es no parar ni declinar, es algo así como un estallido que abraza y abrasa y abraza sin cesar, en una espiral infinita de “reevolución“, así, con doble e que no se trata de salir a tomar las calles, se trata de ser luz en donde quiera que estemos y pasemos, así, como un fotón que sólo con tocar energiza e ilumina.
Apenas así recuperaremos ese paisaje que todos queremos ver.
Enjoy