He recibido bastantes solicitudes de personas que tienen puestos importantes en empresas – algunas nacionales y otras internacionales – sobre la forma en la que pueden ellos hacer trabajar a los millenials; casi siempre la pregunta viene acompañada por una plática que me pone en antecedentes, me dicen que son chicos que no quieren trabajar, que lo que ellos quieren es que la empresa y todos los que ahí laboran, se pongan a sus órdenes; que no tienen absolutamente ninguna intención de obedecer órdenes y que sólo buscan espacios de trabajo en donde ellos puedan hacer lo que les venga en gana.
¿Qué es eso de horarios flexibles? Me pregunta un gerente de maquiladora, ¿cómo está eso de que no quieren hacer carrera en la empresa? ¿a quién se le ocurre pedir trabajo y decir que sólo estará ahí unos dos o tres años si todo va bien? Conforme me van planteando esas preguntas, retóricas todas porque en verdad no esperan respuesta, se les va subiendo el tono y la molestia. ¡De verdad que no quieren trabajar! Ese es el mensaje. Al final me piden que vaya a darles alguna plática o algún taller que les ayude a meterlos al carril, enséñanos como hacerle para que los millenials hagan lo que se supone que deben hacer en nuestra empresa.
Cada vez que me llaman me cuesta más trabajo responderles, me la pienso bastante antes de dar el paso y decirles: Mira, eso que me pides que haga es muy difícil, cambiar a una generación completa no es algo sencillo, en México son algo así como 30 millones de ellos, y de los X apenas 21; así es que estamos en clara minoría, nosotros (la generación X) ya no vamos a crecer en número, al contrario, nos estamos haciendo más pocos, y a ellos, ya se les está sumando la siguiente, la generación Z que pinta más o menos igual, pero en versión 4.0.
Es más sencillo cambiar tu empresa, les digo. Y de inmediato se hace un silencio. Del otro lado del móvil puedo escuchar el asombro. ¿Cómo que cambiar la empresa? Estoy seguro que de inmediato piensan que estoy más menso que los millenials y que deben de encontrar la forma más rápida y sencilla de terminar la conversación, pero les gana la curiosidad – y la decencia – y me preguntan, ¿cómo, cómo es eso de cambiar la empresa?
Yo respiro hondo, le digo al mimismo, ¡ándale, no sé para que te hago caso y abro la boca!, ahora hay que explicar, echar el rollo por enésima vez. Les digo que cuando uno contrata a personas inteligentes, no es para decirles lo que deben hacer, sino para preguntarles; que si contratas a una persona que tiene libertad de pensamiento, no es para meterla dentro de una caja cuadrada que dice ISO9000 en uno de sus lados o en esa otra que apachurra como aplanadora la creatividad y se llama toyota-way; que si les da por contratar a personas que utilizan la tecnología para comunicarse y trabajar colaborativamente todos los días de su vida y a todas horas, no puedes pedirle que se meta a un table-room (o sea una habitación que sólo tiene una mesa al centro con el único propósito de sentarse alrededor de ella) a escuchar horas y horas a otros que tampoco quieren estar ahí. Les digo que muchas de las características que hacen a los millenials ser como son, son características de personas innovadoras, lo que tenemos en nuestras manos no es una generación industrializada, es una generación que sabe muchas, pero muchísimas, más cosas que nosotros a su edad; es una generación que quiere rescatar el medio ambiente, que quiere hacer su propia empresa, que quiere conocer el mundo que ha visto en las pantallas de su computadora y su móvil.
Tiene sentido, nosotros queríamos ir a la capital del estado o del país, porque eso era lo que veíamos como lejano, como aspiracional; ahora ellos han visto Budapest, Nueva York y Madrid; nosotros queríamos trabajar en una empresa porque buscábamos ejercer una profesión; ellos ya la tienen, son millenials y lo que quieren es vivir. No es su culpa, son producto de nuestras acciones y omisiones, así los hemos educado. Y no está mal. Al contrario, es formidable. Los hemos educado para que transformen el mundo, para que lo hagan suyo, para que lo conquisten. Y ahora los queremos meter en nuestras propias cuevas, sentarlos en nuestras sillas y encerrarlos en nuestras propias oficinas y pisos de producción. ¡Pues que eso no se va a poder!
Decirles que no pueden trabajar en nuestras empresas es decirle adiós a su capacidad innovadora.
Estos chiquitines (algunos ya pellizcan los 34) tienen sólo en EUA la despreciable cantidad de $170,000,000,000.00US para consumir las cosas que quieren, al año. Si eso no es un mercado que todos queremos tener, no sé entonces qué es lo que estamos entendiendo por mercado. Y, los gerentes y dueños de empresas, están echando fuera a los millenials, y luego contratan por miles de dólares a despachos consultores para entender el mercado. ¡Si ya tenían a los expertos ahí adentro!
Además, no dejo de escuchar a los adultos decir que estos han nacido con chips integrados, es decir, que saben usar la tecnología como nadie. ¿Y qué creen? ¡Tienen razón! Y cuando entran a sus empresas, les recogen el móvil, les dan una brontocomputadora con acceso limitado al internet. O sea, eso que los hace únicos y poderosos, se los quitan en cuanto entran a trabajar.
Guardo silencio. Escucho su eco del otro lado. Me pregunto si todavía hay alguien allá del otro lado o si los perdí mientras se preguntaban por qué demonios me habían llamado. Como no escucho nada, me permito resumir diciéndoles que hay cinco cosas que deben aprovechar de ellos: su capacidad innovadora, su ambición de emprender, su firme deseo de recuperar al planeta, su dominio y entendimiento de la tecnología, y su conocimiento de primera mano de uno de los mercados con mayor crecimiento. Sigo en mi monólogo en soliloquio, así es que remato: si no cambias tu empresa para aprovechar estas virtudes, entonces deberás esperar dos cosas, primero a que no encuentres nadie para trabajar en ella, y luego que alguno de esos que rechazaste, venga años después a comprarla y a cambiarla de todas formas.
Quiero decir algo amable y, siempre agrego, nosotros somos expertos en coaching, en formar personas y en hacernos cargo de otros, somos muy buenos líderes y somos una generación que ha acumulado conocimiento y experiencias valiosas. ¿por qué queremos usar todo eso para hacer copias de nosotros mismos? ¿no sería mejor usarlo para sacar la mejor versión de ellos mismos? ¡Ese es un reto para el que sí estamos listos!
A eso sí te puedo ayudar, le digo, a cambiar tu empresa de esa forma, les digo ahora sí para terminar.
Nos despedimos amablemente, me promete hablar para acordar fechas. Sólo uno de cada diez lo hace. Entiendo que se asustan, y se resisten. Bueno, luego lo resentirán. Muy pronto.
Enjoy