Una tecnología exponencial es aquella que se comporta exponencialmente: disminuye su precio y su complejidad de forma exponencial, y se incrementa su capacidad y el número de aplicaciones también de forma exponencial; tienen la virtud de que su utilización resuelve una enorme cantidad de problemas y facilita la vida de millones de personas.
El potencial que tienen las tecnologías exponenciales es aún mucho mayor cuando interactúan y se combinan entre sí de forma innovadora; si a eso sumamos que cada vez más se utilizan en plataformas abiertas y ecosistemas, entonces podemos decir que su “exponencialidad” es en realidad exponencial.
Se reduce la inversión y plazo de ejecución necesario para impulsar la próxima ola de innovación en los mercados al permitir que las personas y las tecnologías creen rápidamente mayor innovación sobre las olas anteriores; es un círculo virtuoso en donde todos deberíamos de querer entrar.
Hay muchos ejemplos, y para ir simplificando mencionaré a los microprocesadores, los primeros fueron carísimos y de muy compleja utilización y casi de una aplicación; hoy, los podemos encontrar por menos de $10 dólares, con capacidad inimaginable hace apenas unos 10 o 15 años, y con una interminable gama de aplicaciones que van desde el ocio y entretenimiento hasta la medicina con nanobots.
En informática y redes, las tecnologías exponenciales que tenemos actualmente son la videoconferencia y la telepresencia, la computación en la nube, inteligencia ambiental (múltiples sensores, es algo así como el Internet of Environment), por supuesto que el Internet de las Cosas que potenciará a la Industria 4.0 vía la automatización de la producción; todas ellas ya en el lenguaje común de los consumidores en donde la ciencia ficción ya no es otra cosa que artículos en el anaquel de un supermercado.
En robótica, tenemos a DaVinci que es un robot cirujano, aún es controlado por un humano desde una consola, pero seguramente muy pronto lo veremos trabajando con una de sus primas, la Inteligencia Artificial, que es otra tecnología exponencial; pero antes, en robótica está por supuesto el reconocimiento de patrones e imágenes como sistema de entrada de información, navegación y movimiento especializado y genérico (abrir puertas y escalar cercas, por ejemplo). Robots DIY (DoIt Yourself) y el desarrollo de exosqueletos para potenciar la capacidad humana y/o resolver alguna discapacidad motriz, como lo que hacen nuestros amigos de WeaRobot en Monterrey; universidades y centros de investigación como Carnegie Mellon, MIT, Stanford, Google y Microsoft están en ello desde hace tiempo y los avances que se han logrado son en verdad impresionantes.
Volviendo a la Inteligencia Artificial, Watson de IBM es ya famoso por su esquema de pensamiento (imaginen, hablar de esquemas de pensamiento de cosas no vivas es ya cosa de todos los días para los tecnólogos), pero, hay otros desarrollos que son capaces de hacer diseños generativos de elementos; usan todas las posibles soluciones existentes para diseñar algo como el chasis de un dron, por ejemplo; o cabinas para Airbus; y, apenas iniciando, tenemos sistemas de inteligencia artificial que son ya intuitivos, y eso es ya estar a un paso muy pequeñito de tener una verdadera inteligencia como los humanos, el sistema ya ha sido utilizando junto a un robot que se llama Bishop para diseñar y construir soluciones que son prácticamente imposibles para un humano.
En biotecnología hay también avances impresionantes, por ejemplo, bioluminiscencia en plantas para iluminación, pero también en concreto (por cierto, un desarrollo del mexicano Carlos Rubio Ávalos de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo); pero también la edición del genoma utilizando una técnica que las bacterias usan de forma natural para reprogramar el organismo en donde habitan, se llama CRISPR y es ya una tecnología que se esta utilizando para el diseño de curas y prevención de enfermedades a través de proteínas y anticuerpos programados con la técnica. La secuenciación del ADN empezó en $1 billón de dólares, ahora, 15 años después cuesta $5K; en el 2020 seguramente costará menos de $1 dólar. Estamos ya a un paso de la medicina personalizada, es decir, que podamos tener medicinas específicas para cada uno de nosotros.
De Impresión 3D no hablaré mucho porque es ya casi dominio público, pero les diré que no sólo se pueden imprimir objetos, sino puentes y casas completas; autos y aviones, y, lo más importante y fascinante, organismos vivos como tejidos para implantes o huesos; o alimento.
De hecho, ya que estamos en ello, en la Universidad de Masstich, Holanda, en el 2013 se pudo cultivar, sí, cultivar carne, hicieron la primer hamburguesa que no provino directamente de un animal que haya tenido que morir para estar en el plato; desde entonces, han surgido varias empresas que buscan mejorar el producto para ponerlo directo en las mesas de sus consumidores, como Memphis Meats, que no sólo ha cultivado carne de res, sino también de aves.
Singularity University y el MIT con Solve son apenas dos esfuerzos de llevar a las mejores mentes innovadoras del planeta a desarrollarlas, implementarlas y utilizarlas para solucionar problemas, grandes problemas, esos que afectan a más de mil millones de personas como el hambre, el cáncer, la diabetes, el transporte, la depresión, las discapacidades de todo tipo; y sí, ¿por qué no pensar que hasta la corrupción y la inseguridad?.
Hablo de estas tecnologías exponenciales, porque creo que es importante que miremos al presente; no al futuro como muchos creen; hoy, en este presente en el que vivimos, todo lo anterior existe y es posible ponerlo en el mercado con un sinfín de aplicaciones y soluciones; no es necesario que todos desarrollemos una ni que seamos científicos, sino que como innovadores podamos hacer dos cosas: la primera es diseñar productos y servicios que se basen en estas tecnologías, que las lleven al límite; y la segunda, que como innovadores nos demos cuenta que cada vez somos más y que si nos buscamos y colaboramos, podremos entregar soluciones que aún no hay en el mercado, pero que están ahí, en el límite de nuestra imaginación.