Hay muchas formas de innovación que han impactado y transformado el periodismo a nivel mundial; es ya muy común mirar al final de las notas la cajita famosa para que los lectores emitan sus comentarios, que por cierto es extraordinariamente triste y decepcionante como esta cajita ha sido tomada como rehén de bots y zombies virtuales que lo único que hacen es atacar y destruir, incluido el idioma porque la mayoría de los comentarios no sólo son una aberración ortográfica sino un vómito intelectual.
Es también común ver cómo las notas se van enriqueciendo con las aportaciones que, los antes espectadores, y ahora reporteros ciudadanos les están haciendo llegar; antes, cuando las redes sociales apenas iniciaban su popularidad, se alimentaban de los noticieros para hacer de sus muros algo más atractivo; se comentaba entre los usuarios lo que era noticia; hoy, los noticieros se alimentan de las redes sociales y ahí se comenta lo que es viral.
La inclusión y mejora de las cámaras en los móviles y el aumento en el espacio de memoria y de carga de batería no han hecho otra cosa que fomentar la video nota en forma de reportaje-documental instantáneo de la realidad que rodea al ciudadano que graba, y así, hemos podido ver en primera persona un sinfín de eventos que nos permitirían entender el mundo, si no fuera porque nuestro interés está mucho más en compartir rápidamente en vez de comprender profundamente.
Y ahí es a donde quisiera yo que fuera la innovación en el periodismo; que más bien sería una retroinnovación porque busca recuperar el fondo del periodismo, y no la transformación de su forma, redundancia incluida; me explico; todo lo anterior no es otra cosa que modificaciones e innovaciones en la forma de hacer periodismo buscando la masificación del público que accede a la nota, poco importa si es con el objetivo de ventas o de fama o de posicionamiento o de lo que sea, aunque lo llamen ego, pero parece ser que el éxito y el sueño de un periodista hoy está en la cantidad de seguidores que tiene, y no por la calidad de sus notas y de sus lectores o audiencia. Los likes y los retweets son la onda.
Pero, insisto, ¿de qué sirven los chorrocientos mil likes a la nota retweeteada (o sea refrita) si nadie la ha leído en verdad? Imaginemos que le ponemos una opción al twitter y al facebook que no permita darle like ni retweet si no ha pasado el tiempo razonable que tomaría leer a cabalidad la nota, ¿cuántos likes y retweets habría en verdad si la tecnología tuviera un retardador para lectura? Supongo que el teatrito de la popularidad se caería por su propio peso. Luego entonces, ¿lo que se reportea es o no pertinente o de interés? Paso apenas unas cuántas ideas en forma de pregunta:
  • ¿Y si en vez de preguntar a los políticos preguntamos a ciudadanos? Así les damos a leer las notas a los primeros y veremos qué sucede. Hoy es al revés, notas de políticos que leen los ciudadanos y ya sabemos cómo nos ha ido.
  • ¿Y si en vez de publicar quince notas policiacas se publican quince notas sobre emprendimiento? O, mejor aún, quitemos el en vez de y pongamos un además de. Se quejan de los narcocorridos y no se dan cuenta que las narconotas tienen el mismo efecto o peor porque se supone que estas están escritas y difundidas por personas con mayor credibilidad.
  • ¿Por qué obsesionarse con candidatos en vez de obsesionarse con electores? Después de todo los segundos deben mandar sobre los primeros, es como entrevistar al segundón de la peli en vez de a los protagonistas, no tiene sentido. Así podríamos enterarnos de cuántos piensan igual que nosotros, nos daríamos cuenta de los problemas y de las soluciones que cada sector va teniendo, y pasaríamos de un sistema de elección a uno de democracia, es decir, uno de donde sólo elegimos a uno donde exigimos y ayudamos a gobernar.
  • ¿Y si dejamos de reportar eventos e inauguraciones y congresos? Así tendríamos tiempo de reportar el trabajo que se hizo, y el que no se hizo para inaugurar lo que se ha inaugurado; podríamos investigar y entrevistar al ponente del congreso y relacionar su obra con nuestra realidad; eso de publicar fotitos de eventos me parece algo así como la selfie con el pastelito que nos disponemos a comer: bonita foto, pero que no le aporta absolutamente nada al mundo. Mejor arrastrar la pluma con el reportaje de cómo ese ponente transformará nuestra realidad, quién es y qué es lo que hace que haga lo que hace.
  • ¿Y qué si Katie Perry ha guiñado o no un ojo al espejo? Digo, ¿no sería más interesante saber si un empresario ha podido o no competir en China o India? ¿no sería más retador, e inspirador, conocer lo que Katie Perry hace cuando le llega una nueva canción o cuándo le piden ayuda altruista? que si se la piden ya no es altruista, pero pasa. Y pongo Katie Perry por no poner a cualquier otro que ni importa porque ahora sabemos que todo mundo guiña el ojo al espejo.
En pocas palabras, la retroinnovación que me gustaría ver en el periodismo es que los de la pluma y el micrófono hicieran periodismo y no comunicación, que regresaran al fondo de las notas y no a la forma, que se convirtieran en el primero en publicar la nota completa, desde todos los ángulos posibles, y no en simples retwiteadores e internautas facebookeros y whatsapperos manda memes.
¡Ándenle, anímense!
Enjoy