Desafortunadamente el romper paradigmas como empresarios no es un deporte nacional; al contrario, los usos y costumbres es lo que prevalece en nuestro tejido empresarial; las viejas fórmulas son también las nuevas, un modelo de negocio se replica infinidad de veces, primero porque es exitoso y todos quieren ser exitosos, pero poco a poco, las réplicas se hacen sin siquiera saber su funciona o no; hay muchos paradigmas instalados, por ejemplo:
  1. Las ventas están donde están los pies: Es decir, donde hay  gente caminando, clientes de carne y hueso; pero de Amazon para acá está claro que las ventas no están únicamente donde hay clientes físicos, sino también virtuales.
  2. La propiedad intelectual es generadora de riqueza: Y sí, el tener marcas y patentes hace que las cosas y las empresas cobren valor, pero en el nuevo paradigma es la propiedad colectiva, o lo que es lo mismo, de todos y de nadie; basta decir nombres como Android, Linux, Firefox y Wikipedia para que podamos ubicarnos en el concepto de “propiedad e innovación abierta”.
  3. Dar cosas gratis no es negocio: Sólo basta decir un nombre: Google.
Los paradigmas los rompen las personas creativas, curiosas y/o necesitadas que ven que las viejas soluciones han sido rebasadas, que ya no son efectivas; en otras palabras, por personas que no están conformes con el estado actual, que ven que las cosas no funcionan y piensan que la solución está en cambiar, y para ello les doy algunos consejos:
Por supuesto que lo primero es identificarlos, y para ello hay que hacernos preguntas tan sencillas como: ¿Por qué hacemos…? ¡cualquier cosa! ¿Por qué no abrimos los fines de semana? ¿Por qué cerramos a medio día? ¿Por qué contratamos primero y luego capacitamos? ¿Por qué empacamos el producto con empaque opaco? ¿Por qué no damos descuentos? Y si la respuesta es algo así como “pues así lo hemos hecho siempre“, “porque todos lo hacen así“, “porque así lo dijo el dueño” o similares, entonces estamos frente a un paradigma que debe ser cuestionado, y posiblemente, cambiado.
Una vez identificado el paradigma, hay que mirar las cosas desde distintos ángulos, para ello propongo hacer varias preguntas:
  • ¿Y si lo hacemos de esta otra forma?
  • ¿Y si lo dejamos de hacer?
  • ¿Y si invertimos el orden?
  • ¿Y si lo hacemos al revés o hacemos lo contrario?
Las respuestas a estas preguntas nos darán nuevos enfoques, nos permitirán mirar al menos de forma distinta las mismas cosas, pero, como todas las cosas relacionadas con la creatividad y la innovación, estas preguntas funcionan mucho mejor cuando se hacen de forma colaborativa, es decir, en grupos de personas; las ideas de uno son valiosas, pero las ideas generadas entre varios son casi siempre mejores; hay que recordar que un paradigma no se cambia únicamente porque alguien lo dice, al contrario, muchas veces esa es la razón para no cambiarlo; los paradigmas los cambian las masas, los grupos de personas, y si desde el inicio los hemos involucrado en el proceso de cambio, es más sencillo que adopten las nuevas formas de hacer las cosas.
Por último, ya que estamos hablando de grupos analizando paradigmas, en ocasiones ayuda que en ese grupo haya personas que no conozcan el negocio, que no sean especialistas; ellos nos darán perspectivas y enfoques fuera de la caja, nos llevarán a lugares que un especialista nunca visitaría; si esas personas resulta que son clientes o clientes potenciales, entonces tendremos también la opinión de nuestro mercado, y eso siempre ayuda, no siempre es la mejor forma, pero ayuda.
Así pues, ¡A romper paradigmas!