Estamos en Septiembre, el mes de la patria; me pregunto si la patria debe tener todo un mes para ella solita. Yo creo que un instante le basta, un instante que cada uno de nosotros le dedique y en el cual decidamos que es nuestra: Nuestra Patria. Sólo un instante que nos haga comprender que por ser nuestra, debemos cuidarla, construirla, recuperarla, hacerla de verdad nuestra. Este es mi instante para ella.
Hay muchas historias de México que me hacen soñar, una de mis favoritas es el origen de su nombre, una de las historias dice que proviene de los vocablos mētztli= luna, xictli= ombligo o centro, y co=sufijo de lugar. De esta forma, el nombre de México significa “Lugar en el centro de la luna“, o más precisamente, en el “centro del lago de la luna“. Suena a fantasía, a mito, a leyenda; pero también a poesía, y a sueños. México celebra también eso: su poesía, sus mitos, sus leyendas y nuestros sueños…
Dicen que México es tricolor; a mí no me alcanzan sólo el verde, blanco y rojo; basta con mirar su cielo y ver muchos tonos de azul, naranjas, violetas, amarillos; con ver su tierra y llenarse de ocres, grises y cafés; su gente y ver el bronce, el cobre, el negro; sus jardines, selvas y desiertos y miramos todo el espectro de la luz visible en cada pétalo, en cada pelaje y corteza; definitivamente nos sobran colores para celebrar.
El Popocatépetl, Ajusco, la Barranca del Cobre, la Sierra Gorda, el Espinazo del Diablo y el Pinacate; Chichen Itzá, Teotihuacán, Monte Albán y Paquimé; el Nazas, Usumacinta, Grijalva, Colorado y hasta el Bravo; Agua Azul, Basaseachi, Hierve el Agua, Cola de Caballo; Cacahuamilpa, de García, Oxtotitlán, y Naica; todos ellos son hermosos, únicos; son nuestros, son regalos que hay que abrir, desempacar y disfrutar.
Rulfo, Fuentes, Paz, de la Cruz, Monsivais, Poniatowska, del Paso, Sabines, Nervo, Pacheco; Rivera, Khalo, Siqueiros, Atl, Varo, Chapa, Anguiano, Tamayo, Izquierdo, Toledo; Moncayo, Huízar, Chávez, Ponce… no son héroes, y muchos ni tan siquiera los conocen, pero en cada una de sus obras nos han dado patria, sus letras, sus cuadros, su música; a todos ellos disfruto, a todos ellos agradezco, todos ellos son México.
Sahuaros y nopales, epazote, cilantro, tomate, cacao, chiles, mangos, aguacates, naranjas, tules, yucatecos, ahuehuetes y ceibas, bugambilias y jacarandas son apenas unos cuantos frutos y plantas que dibujan sonrisas y abrazan el cielo y el suelo nacional; sí, y nos dejan, como sin querer, no sólo sus colores, sabores y olores, sino también un alma que sabe a dulce y a espina a la vez.
A huapangos, tambora, mariachi, baladas, sones, pasito duranguense, rancheras, norteñas, rock, pop, corridos, corriditas, de cachetito y hasta folklóricas. A todo eso y más suena México; para escucharlo, cantarlo, bailarlo, pero sobre todo, para vivirlo y celebrarlo.
Vaquitas marinas, quetzales, jaguares, lobos, pericos, águilas, gilas, monarcas y hasta pejelagartos y lenguados a morir; sí de todos colores, tamaños y sabores son nuestros animales, nos han acompañado en nuestra travesía por el tiempo y nos arrullan, maravillan o atemorizan, pero son nuestros en la llanura, la montaña, el desierto o en los bosques y el mar; con ellos se viste de colores la Patria cuando se quiere engalanar.
Chiles en nogada, tamales, tortillas, nopales, tequila, mezcal, agua de jamaica; sopes, tacos, burritos, tostadas, enchiladas, frijoles, horchata, chocolate, bacanora, sotol; menudo, pozole, gallina pinta, sopas, caldos de a montón y salsas hasta el picante infinito de todos los chiles del mundo; pulparindos, tamarocas, rielitos, pelones, glorias y coyotas… ¡Qué rico, qué sabroso es México!
¡Y sí, toda esa patria, y más, cabe en un mexicano!
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Retazos de mi autoexilio en el 2010 con obra al carbón de mi padre Profr. Roberto Cota Navarro