Es momento de reconstruir las ciudades y los pueblos que han sido devastados por los últimos desastres naturales; tenemos Chiapas y Oaxaca, Ciudad de México, Morelos, Puebla, Estado de México; pero también las islas caribeñas, Puerto Rico, Houston y Florida; no es tarea sencilla y no todo lo podremos lograr haciendo llegar sumas importantes de dinero; es tiempo, pues de innovar.
En el caso de México, ya se ha puesto a funcionar la máquina de la innovación legislativa, es obvio que los presupuestos requieren canalizarse y administrarse de forma distinta, estamos en ello, es importante ver a dónde y cómo enviarlos, pero también es importante mirar de dónde los vamos a tomar; la tentación de tener un nuevo impuesto tipo tenencia para la reconstrucción es grande; pero también está el gasto mal aplicado, las obras innecesarias y/o de maquillaje citadino o político; debemos cuestionar toda partida presupuestal y su pertinencia y romper paradigmas. Transparencia y gobierno abierto es la innovación aún pendiente para vigilar y asegurar que la ayuda llegue.
Pero también debemos asegurar que no haremos las mismas cosas de siempre, debemos mirar por la creación de nuevas soluciones; por ejemplo, una parte del fondo para la reconstrucción podría ser para la creación de empresas tecnológicas, con distintas tecnologías, si son exponenciales mejor; por ejemplo, podemos estimular empresas que creen nuevos materiales de construcción, de potabilizadoras/desaladoras de agua de bajo costo y pequeñas (imaginémoslas con nanofiltros, por ejemplo); o de aplicación de IoT para convertir y transformar a nuestras ciudades en ciudades inteligentes, el Internet de las Cosas ha nacido precisamente para cosas como éstas; imaginemos un edificio que, en base a sus sensores y dispositivos internos, determine la mejor ruta de evacuación o la mejor área de resguardo y pueda ir dirigiendo a los ocupantes conforme van avanzando; un sensor tan sencillo como saber cuántas personas han entrado y cuántas han salido en todo momento nos daría una idea más clara de cuántas personas hay en cada lugar y así canalizar los esfuerzos de búsqueda y rescate de una mejor forma. Estos mismos sensores y dispositivos pueden alertar a los ocupantes y autoridades de posibles fallas debidas a la fatiga y/o eventos anteriores.
¿Cómo asegurar que los edificios reconstruidos se harán conforme a la normatividad? Imagina drones que puedan ir analizando con cámaras termográficas, infrarrojos y lo que se requiera para ir determinando con  exactitud el cumplimiento de la normativa conforme cada edificio se va construyendo; la impresión 3D es otra de las tecnologías que debe ser aplicada, desde la impresión de férulas para fracturas, piezas y equipo médico, hasta la impresión misma órganos y tejidos para vendajes; de materiales y piezas para la reconstrucción; todo ello en cada uno de los sitios de rescate.
Robots que pueden meterse donde los rescatistas no pueden, son pequeños, multifuncionales, pero que pueden ir enviando imágenes e información desde cada recoveco al que puedan acceder; exoesqueletos que pueden potenciar la fuerza y habilidades de los seres humanos para poder levantar y mover escombros de forma más sencilla y sin lastimarse. Espumas que pueden ser introducidas bajo lozas para levantarlas y/o apuntalarlas; sistemas de iluminación led en chalecos y guantes energizados por el mismo movimiento de quien los viste, y un largo, pero muy largo etcétera.
Tenemos tecnologías a nuestra mano que antes no teníamos; pero también tenemos talento que antes no existía en nuestras universidades, en las empresas y en las calles que podemos también reorientar a la creación y aplicación de estas tecnologías en nuevas empresas tecnológicas, y mexicanas; sí, es tiempo de imaginar para innovar; no es momento para pensar en pequeño, para decir que no se puede, para pensar que de nada servirá participar y soñar; esas multitudes de personas desinteresadas ayudando no deben terminarse conforme van pasando los días; no, es ahora cuando debemos aprovechar su ímpetu para también construir o reconstruir nuestro ecosistema de innovación mexicano; es ahora o hasta el otro desastre que nos recuerde y avergüence otra vez porque no volvimos a hacer nuestra tarea; no es tiempo de los por qué nos, es el tiempo de los cómo sís.