La Industria 4.0 ha llegado para quedarse, pero sobre todo, para transformar el ecosistema del empleo. La automatización no es algo que se vea con buenos ojos, sobre todo en países no desarrollados porque tiene la particularidad de desaparecer empleo de mano de obra; es decir, una máquina sustituye a varios obreros; y cuando hablamos de máquinas, no sólo queremos decir robots; la inteligencia artificial y las comunicaciones entre dispositivos juegan un papel también importante; los sensores de calor, de forma, de colores, de velocidad, de presencia y de decenas de cosas más son esenciales para construir el Internet de las Cosas que ayuda a que la automatización sea mucho más rápida y efectiva.
Sí, la Industria 4.0 está reconfigurando el mapa del empleo en el mundo, y México no es la excepción; poco a poco las diferentes industrias, sobre todo las más avanzadas y multinacionales van instalando sistemas de automatización que ganan terreno a la mano de obra, barata o no. Y la pregunta que está en todos lados es ¿cómo evitarlo? No es la pregunta correcta, no hay forma de evitarlo, la tecnología, pero sobre todo, la economía del consumo no lo hace posible, el mercado busca artículos más baratos, más personalizados y más oportunos: las máquinas pueden lograrlo más efectivamente que los humanos; demorarlo tampoco es opción porque, a final de cuentas, la Industria 4.0 llegará.
La pregunta verdadera es ¿cómo podemos participar en este nuevo ecosistema? La respuesta, por supuesto es multifactorial, pero no es compleja: sistema de educación enfocado al desarrollo de habilidades e integración de tecnologías; ecosistema de emprendimiento y ejemplos poderosos.
Un sistema educativo que privilegie el saber hacer en vez del sólo saber, en especial en lo referente a la integración de tecnologías; no es difícil de implementar, el nuevo modelo educativo esta casi ahí, requiere únicamente el enfocarlo al desarrollo de emprendedores tecnológicos, que sean capaces de programar y de construir redes de máquinas que hagan cosas; es decir, que apliquen sus conocimientos en el desarrollo de sistemas de automatización, no necesariamente tienen que ser en la industria, sino también en la medicina, en el campo, y, un campo fascinante, en el diseño y construcción de edificios y ciudades inteligentes.
Un sistema económico que privilegie la creación de empresas tecnológicas con alto valor agregado requiere no sólo de personas entrenadas, sino también de financiamiento público y privado que esté dispuesto a correr el riesgo de generar riqueza nueva a partir de la aplicación de las diferentes tecnologías; se requiere de la participación y coordinación descentralizada de todos los actores para la construcción de nuestro propio modelo mexicano de emprendimiento y no únicamente la importación de modelos extranjeros, aún y cuando sean del Silicon Valley o de Boston o Londres.
Pero requerimos, de forma urgente, de ejemplos poderosos entre nosotros mismos que nos hagan soñar, que nos impulsen a ser como ellos; necesitamos, nos urge, encontrar esos mexicanos que ya están en el barco del emprendimiento tecnológico, nos urge convertirlos en los nuevos héroes para que todos queramos ser como ellos; necesitamos que nos cuenten sus historias, que nos contagien de su ímpetu y que nos digan que sí es posible, que todos podemos emprender y que muy pronto, las empresas no se irán buscando sino que llegarán encontrando en México la mente y el espíritu emprendedor que requiere el nuevo ecosistema industrial 4.0
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