Tenía frente a mí una lista de todas aquellas tecnologías que yo considero que serán comunes en el futuro cercano, ahora las llamamos tecnologías exponenciales porque su potencial de uso es precisamente exponencial; y aparecieron en lista la robótica, la nanotecnología, la genómica, los drones, las energías sustentables y la inteligencia artificial, por decir apenas algunas. Había hecho la lista cuando estaba preparando una de mis intervenciones en la radio, se suponía que debía de mostrarles a los radioescuchas lo que yo consideraba que sería parte de nuestro futuro.
No se si lo logré o no, pero al salir del programa me asaltó una pregunta muy sencilla, ¿cómo sería el mundo si alguna vez todas esas tecnologías fueran parte de nuestra rutina? Tuve esta pregunta muchos días dándome lata, se hizo recurrente en mis espacios de soledad, o, como suelo llamarlos, mis encuentros con el mímismo.
Y poco a poco fueron formándose las historias, primero en mi cabeza, las ideas se sucedían tan rápida y aleatoriamente que no era posible hacer notas, así es que las fui intentando memorizar; cuando iba en el trayecto de casa al trabajo y de vuelta, al bañarme o al estar en alguna sala de espera, me ponía a trabajar imaginando esas vidas; hasta que me decidí, hice una lista con tres columnas, en una de ellas, la que ya tenía, la de las tecnologías exponenciales, en la otra la de los personajes que había empezado a construir en mi imaginación, y entonces aparecieron los personajes del libro, ahí estaba Carmen, una señora mayor; Federico, un funcionario público jubilado ; Camilo, un emprendedor que anda en la búsqueda del santo grial en la Ciudad de México; Rafael que queda atrapado en un edificio durante un terremoto; y Amanda y el Dr. Arin que tienen su propia personalidad y posición con respecto a la tecnología. También un alto ejecutivo con problemas de salud, y una mujer profesionista que sale por primera vez de su mundo profesional; aparecieron también Javier y sus amigos, los típicos compañeros de escuela que se reencuentran después de un tiempo, una chef reconocida y su hermano cerraron la lista.
Y en la tercera columna, escenarios posibles, por ejemplo, una casa, el automóvil, el campo, la Ciudad de México y Guadalajara, cosas así, no las recuerdo bien, porque ya estaba yo intentando hacer el paso de la muerte, es decir, estableciendo relaciones entre las columnas, las historias fueron tomando cuerpo, y poco a poco las líneas de cada relato fueron contando su vida diaria, esa vida que muchos de nosotros podríamos tener en un futuro no muy lejano, porque lo que hace que estos relatos sean un poco especiales, es que todas las tecnologías que ahí aparecen, son reales el día de hoy. Es cierto que necesitan refinarse un poco, que es posible que algunas de ellas se transformen un poco antes de ser parte de nuestras vidas, y que, como suele suceder, algunas ni tan siquiera llegan al mercado global; pero de que están ahí, están ahí. Sólo queda por saber si en verdad forman parte de ese Futuro que ya llegó.
En mi próxima publicación, les contaré cómo es que fui motivado a publicar las historias, es una anécdota familiar y que corrobora que la mejor parte de mi vida está siendo escrita por mis hijos.