Es una verdadera pena que se haya apartado en el calendario mundial un día especial para dedicarlo a la mujer, este día, debe quedarnos claro, no es precisamente para poder celebrarla y congratularnos de tenerla partícipe en todos los aspectos de nuestra vida y en todo lugar del planeta. No es un día para hacerlo fiesta y repartir felicitaciones a diestra y siniestra.

Muy al contrario, se aparta el día con el fin de poder enfocar el interés del mundo en todo lo que la mujer no tiene, ni equitativa ni igualitariamente con respecto al hombre, y también por todo lo que sí tiene, también inequitativamente con respecto al hombre, sólo por su condición de mujer, que dicho sea de paso, es tan aleatoria como la condición de hombre. Sí, el que tú y yo hayamos nacido hombres es una condición aleatoria que ni tú ni yo controlamos ni merecemos por nada que hayamos hecho. Igual ella, tu madre, tu hija, tu compañera de trabajo, la que miras frente a ti cuando caminas por la acera, su condición de mujer es apenas aleatoria. Insisto, es una verdadera pena que exista un día internacional de la mujer, pero es mucho más vergonzoso e inhumano que existan razones para tenerlo; días como estos hacen que uno no pueda levantar la cabeza orgulloso y sentirse en la cúspide de la pirámide inteligente del planeta; mientras en algún lugar de la Tierra, sigan negándole acceso a la educación, al trabajo y a la mínima dignidad humana sólo por ser mujeres; mientras se golpee a la mujer, se la prive de la libertad hasta de pensamiento y se la esconda y mutile por la única razón de no ser hombre; mientras su salario sea menor y su opinión valga menos o se le juzgue por su figura, mientras no tenga acceso a la educación, o la salud o al trabajo nada más porque es mujer; mientras sean objeto de caza de depredadores y propiedad de proxenetas, no podremos nunca decir que somos una sociedad civilizada, no podremos nunca pensar que hemos evolucionado para ser mejores.

Tampoco podemos pedir perdón y seguir caminando por el planeta con las mismas costumbres, las mismas tradiciones, las mismas vejaciones. No. Esto no es algo por lo que uno pueda pedir perdón y quedar tranquilo. No. No. Esto amerita, necesita, clama y reclama mucho más que perdón: reflexión, reconocimiento, aceptación, acción.

Sí, debemos actuar, nosotros los hombres, sí, este día de la mujer quiénes debemos estar más activos somos nosotros los hombres. Algún día hay que empezar a cambiar, y ese día puede ser hoy, debe ser hoy;  ¡hay tanto qué hacer!, pero también mucho qué no hacer, el día es hoy, no mañana, mañana podríamos celebrarlas como se merecen, no por ser mujeres, sino sólo porque compartimos nuestro tiempo, nuestro espacio y nuestra vida, pero más importante aún, porque compartimos juntos la condición de ser humanos. Sí, el día es hoy, y la persona que puede cambiar eres tú, sí, tú. Es momento que seas ese ser humano que respeta plena y libremente a cualquier otro ser humano.