No pasa mucho tiempo sin que la pregunta surja, y menos en aquellas empresas donde hay mezcla de generaciones, es decir, donde hay Millenials y Generación X intentando sumar sus talentos. ¿Debemos seguir la ruta de la mejora continua o debemos de buscar la innovación disruptiva?
Seguramente los X estarán a favor de la mejora continua, es decir, una innovación progresiva que les permita avanzar sin prisa, pero sin pausas; que vaya introduciendo cambios de a poco, controlables y predecibles. Suena muy bien, la resistencia al cambio es mínima, la curva de aprendizaje es prácticamente nula y se aprovecha el mismo ritmo y rutinas de trabajo establecidas en la empresa; la cultura organizacional no se ve modificada en gran manera, salvo la comprobación de que la empresa está comprometida con el cambio y que afianza la cultura de la calidad y la mejora continua. Después de todo, la empresa ha invertido tiempo, dinero y esfuerzo en la certificación de ISO-9000, y esta es la forma de sacarle provecho.
Sí, la innovación progresiva es sencilla y rápida de implementar y con mínimo riesgo; pero es precisamente eso, el mínimo riesgo el que hace que el retorno de inversión sea también mínimo; los beneficios que se obtienen no son precisamente rompedores de tendencias, es decir, si la empresa lleva ya una tendencia a la baja, es difícil que con esta política de mejora continua la tendencia se modifique con la rapidez que la empresa quiere o necesita; por otro lado, si la tendencia es a la alza, la curva tampoco se verá modificada de forma impresionante, sólo sumará unos cuantos puntos a esa tendencia.
Ya veo a los millenials en esa empresa siguiendo esta ruta, a regañadientes y con la esperanza de que eso cambie, constantemente estarán proponiendo ideas que significan tomar la ruta de la innovación disruptiva, esa que hace que las reglas del juego cambien por completo, esa que logra dar saltos cuánticos en el avance de la empresa y que cambia no sólo los productos y servicios por completo, sino que en muy repetidas ocasiones, modifica hasta el nombre de la empresa; la innovación disruptiva hace que el retorno de la inversión sea considerablemente alto, con una alta probabilidad de generar una resistencia al cambio que obligue a la empresa a gestionarlo de forma agresiva y proactiva; la curva de aprendizaje casi siempre es considerable y la cultura organizacional se ve modificada de forma importante, y además rápida. Los millenials estarán en su ambiente natural, puesto que casi siempre una innovación de este tipo incluye el uso de tecnología, ya sea la existente, o, mejor aún para ellos, una nueva tecnología que está emergiendo en el mercado.
Igual que con la mejora continua, el retorno es proporcional al riesgo; cuando se opta por esta ruta, la empresa apuesta prácticamente su futuro en la innovación, la probabilidad de que las cosas no salgan como se espera es prácticamente igual a la del éxito; pero la recompensa es considerablemente mayor a la de la mejora continua, cuando una empresa logra hacer una innovación disruptiva, no sólo permanece en el mercado, sino que lo domina, lo dirige, determina qué es lo que se hace moda y qué no.
Para resolver el dilema del inicio, hacer mejora continua o innovación disruptiva, uno debe de considerar dos elementos clave:
  1. Talento disponible: Para hacer mejora continua no se necesita entrenamiento ni profesionales distintos a los que ya se tienen en la empresa, pero para hacer innovación disruptiva, se requiere de entrenamiento en técnicas y metodologías de creatividad e innovación (Design Thinking, Moonshot Thinking, Lean Startup, etc) que permitan canalizar y potenciar el talento creativo y el conocimiento organizacional de la empresa.
  2. Prospectiva del negocio: Si el negocio de la empresa es algo que se ve en el futuro como atractivo, entonces podría ser que la consolidación de la empresa vía la mejora continua sea una mejor opción; pero si el negocio de la empresa en el futuro se ve con dudas, ya sea porque la competencia crece, o el mercado cambia, o la tecnología hace que las reglas del juego sean otras, entonces la innovación disruptiva no sólo es la opción a ejercer, sino que posiblemente sea la única.
Al final del día, lo que en realidad debemos decidir es si queremos pensar dentro o fuera de la caja; siempre y cuando sepamos lo que hay en la caja.